El miedo a convertirte en una madre tóxica

Las mujeres que hemos atravesado una relación conflictiva y tóxica con nuestras madres, sabemos que muchas veces este es un terreno plagado de miedos, de dudas y de heridas sin cerrar. No es fácil hablar abiertamente de él. Por eso, uno de los temas de los que menos se habla y que más aterrador resulta es el miedo a convertirnos en la viva imagen de la madre tóxica de la que tanto nos gustaría huir.

¿Cómo saber si eres una madre tóxica? ¿Y cómo evitarlo? ¿No quieres revivir la relación que tuviste con tu madre a través de tus hijos?

En este artículo respondemos a estas preguntas… y a algunas más.

11 pistas de que te estás convirtiendo en una madre tóxica

Ahí fuera, hay mucha información sobre cómo reconocer si eres una madre tóxica o no. Actualmente puedes encontrar incluso test rápidos para averiguarlo. Sin embargo, mi opinión es bien distinta: y es que nosotras ya sabemos lo que significa ser una madre tóxica, porque lo hemos vivido en nuestras propias carnes.

Conocemos los comportamientos, los conflictos constantes, las consecuencias…

Por lo tanto, también somos conscientes de lo tremendamente complicado que es reconocer esos patrones en una misma. Y más cuando no se ve desde fuera.

Por suerte, partimos con la ventaja de saber cuáles son las señales de una madre tóxica:

  1. Priorizas tus necesidades por encima de la de tus hijos.

  2. Tus hijos temen comunicarte cómo se sienten.

  3. Los cargas con tus problemas como si fueran su responsabilidad.

  4. Estás convencida de que la vida te debe mucho más.

  5. Quieres estar al mando de lo que ocurre en sus vidas.

  6. Crees que es demasiado pronto como para que tomen sus propias decisiones.

  7. Sientes que no tienes control sobre tus cambios de humor.

  8. Quieres ser su amiga antes que su madre.

  9. A veces sientes la necesidad de competir con tus hijos.

  10. Te preocupa más el qué dirán que el cómo se sientan tus hijos.

  11. Los etiquetas y los comparas constantemente.

La lista sigue y sigue, pero estoy segura de que tú ya te la conoces a la perfección. Así que vamos a pasar al punto que verdaderamente te interesa y que te ha traído hoy aquí.

Las grandes señales de que NO eres una madre tóxica

Para quienes hemos experimentado una situación conflictiva con nuestras madres, es vital crear una relación sana y estimulante con nuestros hijos. Porque sabes lo duro que es echar eso en falta. Pero ¿cómo puedes estar segura de que lo estás haciendo bien?

Bien.

Nadie puede darte la respuesta exacta, pero siempre puedes estudiar las señales:

Tus hijos pueden hablar contigo sin miedo

Cuando han hecho algo "mal", cuando tienen preguntas incómodas que nadie quiere responder, cuando simplemente quieren comunicarte cómo se sienten… Si tus hijos saben que pueden hablar contigo sin miedos y con confianza, ¿no te parece que no hay una señal mejor de que estás haciendo las cosas bien?

Respetas su espacio, ahora y mañana

Los niños aprenden a poner límites en sus vidas desde pequeños, antes incluso de que se den cuenta de lo que eso significa. Y tú quieres que tus hijos crezcan libres y con la seguridad de poder "volar del nido" cuando llegue el momento. Con la mochila llena de confianza y como personas independientes. Por eso, respetas y respetarás su espacio desde el primer día hasta el último.

También pueden tener secretos

No tienes porqué saberlo absolutamente todos de sus hijos. Eres su madre, no su confidente. Sabes que es más importante transmitirles que estarás ahí para ellos cuando lo necesiten. Y no tanto que deban confesarte sus secretos más íntimos. Eso es una verdadera demostración de confianza.

No le das importancia a las cosas sin importancia

Has aprendido a no darle tanto protagonismo a las cosas que, en el fondo, no lo tienen. Los pequeños incidentes o malentendidos del día a día no necesitan culpables, responsables o cabezas de turco. Tu familia y tú estáis demasiado ocupados disfrutando de lo que sí es importante de verdad.

Eres capaz de pedirle perdón a tus hijos

Hay pocas cosas más enriquecedoras para la educación de un hijo que demostrar la importancia de pedir perdón. Y no hay mejor forma de enseñar que predicando con el ejemplo. Estoy convencida de que más de una vez has pensado que tu madre no sabía pedir disculpas hasta que no había vuelta atrás. Tú no estás dispuesta a cometer el mismo error.

En casa no hace falta ser perfecto

No tienes unas expectativas imposibles de cumplir. Tus hijos no tienen que fingir ser absolutamente perfectos. No tienen que vivir con el miedo a no ser "suficiente". No tienen que dar una cara "ideal" cuando están entre desconocidos. Tú los aceptas y los amas tal y como son. Sin más.

Tus problemas son tuyos

Eres perfectamente consciente de que no puedes cargar a tus hijos con el peso de problemas que no les incumben o para los que no están preparados. Si hay situaciones complicadas que a ti, una persona adulta, madura y preparada, se te atragantan de vez en cuando… Imagínate a un niño que aún no ha salido a jugar al mundo real. Lo sabes y por esa razón sabes separar tus problemas de las necesidades de tus hijos sin que eso afecte negativamente a vuestra relación.

Y lo más importante…

Te has dado cuenta de que, a pesar de todo, sigues siendo una persona de carne y hueso (y no una superheroína con poderes). Además de madre, también eres mujer, amiga, compañera, hermana, hija… Eres una persona corriente: con una mente que está continuamente echando humo, con un cuerpo que no tiene energías inagotables y con un horario de 24 horas al día.

La maternidad no viene con manual de instrucciones. Sí, es cierto, hay cientos y cientos de libros sobre maternidad y paternidad, pero ninguno de ellos te prepara para el mundo real, ni mucho menos para ese pedacito de mundo especial que estás creando cada día: tu familia.

No tienes por qué exigirte a ti misma más de lo que puedes abarcar.

Mira a tus pequeños. Mira cómo te miran. ¿No te parece suficiente prueba de que estás haciendo un gran trabajo?

No necesitas más señales.

Tu esfuerzo es prueba suficiente.

Date permiso para disfrutar del bello espectáculo de ver crecer a tus hijos. Ellos también querrán disfrutar de crecer libres y fuertes junto a una madre como tú.