¿Qué es una mediación y cuándo sí (y cuándo no) se puede mediar con tu madre?
Hay algo que muchas hijas me preguntan cuando llegan a la sesión de valoración después de años de intentos de mejorar la relación con su madre:
“¿Podría funcionar una mediación con mi madre?”
Hoy quiero ayudarte a entender qué es una mediación, en qué casos puede ser una herramienta transformadora… y en qué situaciones es mejor elegir otro camino para proteger tu paz.
¿Qué es una mediación?
La mediación es un proceso voluntario y confidencial en el que dos o más personas en conflicto se sientan, acompañadas por una persona neutral (la mediadora), para buscar acuerdos que respeten las necesidades y deseos de ambas partes.
El conflicto, tal y como yo lo entiendo, es un síntoma de algo que no está siendo visto o atendido en la relación. Es una oportunidad de encontrar una nueva forma de mirar la relación.
No se trata de juzgar quién tiene razón.
No se trata de que una gane y otra pierda.
Se trata de crear un espacio seguro donde pueda haber escucha, claridad y acuerdos realistas.
Una buena mediación no solo soluciona un conflicto: abre la posibilidad de una relación más honesta, respetuosa y en paz.
¿Cuándo sí puede funcionar una mediación madre-hija?
Una mediación madre-hija puede ser profundamente transformadora cuando:
Ambas partes desean mejorar la relación, aunque no sepan cómo.
Existe una mínima apertura a escuchar y hacerse cargo (sin culpas, pero sí con responsabilidad).
En el conflicto no hay malos tratos físicos.
Hay un momento de madurez o crisis vital que impulsa el deseo de sanar.
Se cuenta con una mediadora especializada en conflictos familiares y vínculos complejos y con titulación oficial (como es mi caso).
En estos casos, la mediación puede ayudar a romper patrones de años, abrir nuevos caminos de comunicación y devolver la dignidad a ambas partes.
¿Cuándo no se puede mediar con tu madre?
Y aquí viene una verdad que muchas hijas necesitan oír (aunque duela):
No siempre se puede mediar.
Cuando ha habido violencia psicológica o física y no hay reconocimiento del daño.
Cuando solo tú estás dispuesta a hacer el trabajo, y ella solo busca tener razón o controlarte.
Cuando tu madre tiene una personalidad abusiva, narcisista o profundamente rígida, sin autocrítica posible.
En estos casos, la mediación no es segura ni ética, porque te pone en un escenario donde vuelves a ser “la hija buena” que lo intenta todo…mientras la otra parte no se mueve ni un milímetro.
¿Cómo es un proceso de mediación conmigo?
Cuando una hija me contacta para explorar una mediación con su madre, el primer paso es una sesión individual con ella para comprender qué la mueve, qué espera y en qué punto está emocionalmente.
A partir de ahí, si vemos que hay posibilidades reales, me pongo en contacto con la otra parte (en este caso, la madre), siempre con delicadeza y respeto, para valorar si está dispuesta a participar.
Después, realizo sesiones individuales con ambas por separado, con el objetivo de comprender sus relatos, emociones, bloqueos y deseos. Este paso es crucial para evitar que en la sesión conjunta haya reproches o tensiones inasumibles.
Luego, cuando se dan las condiciones, empezamos las sesiones conjuntas, donde ambas partes se encuentran en un espacio guiado, con pautas claras, para escucharse sin herirse y poder expresar necesidades reales.
Finalmente, trabajamos en la construcción de un acuerdo que recoja lo pactado de forma clara y respetuosa. Y, muy importante: fijamos una fecha de revisión del acuerdo, para ver cómo está funcionando el acuerdo y si es necesario ajustarlo.
¿Qué hacer entonces?
Si no se puede mediar, sí se puede transformar lo que tú haces con ese vínculo.
Ahí entra la mi acompañamiento : para ayudarte a salir del laberinto de la culpa, poner límites sin herirte más, y poder cambiar la dinámica con tu madre.
Porque aunque no puedas cambiar a tu madre…sí puedes cambiar la relación que tienes con esa parte de tu historia.
¿Y ahora qué puedes hacer tú?
Si no sabes si tu caso es mediable, pide tu sesión de orientación gratuita y lo valoramos juntas.